21 de noviembre de 2024 Donar
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En la oración aprendemos a no pasar de largo ante Cristo que sufre, dice Papa Francisco

El Papa Francisco con los sacerdotes de Schoestatt. Foto L'Osservatore Romano

En la audiencia que sostuvo hoy con los Padres de Schoenstatt que participan del capítulo general de esta institución fundada por el P. José Kentenich hace 50 años, el Papa Francisco alentó a los sacerdotes a no descuidad nunca la oración porque, entre otras cosas, en ella "aprendemos a no pasar de largo ante Cristo que sufre en los hermanos".

En su discurso esta mañana en el Vaticano el Santo Padre recordó que el P. Kentenich tenía un lema que decía: "estad con el oído en el corazón de Dios y la mano en el pulso del tiempo'. Aquí están los dos pilares de una auténtica vida espiritual''.

Sobre la segunda parte "'tomar el pulso del tiempo", el Papa dijo que se trata de encarar la realidad como es: "no hay que tenerle miedo a la realidad (...). El diálogo con Dios en la oración nos lleva también a escuchar su voz en las personas y en las situaciones que nos rodean. No son dos oídos distintos".

"Cuando nos encontramos con nuestros hermanos, especialmente con aquellos que a los ojos nuestros o del mundo son menos agradables, ¿qué vemos? ¿Nos damos cuenta de que Dios los ama, de que tienen la misma carne que Cristo asumió o me quedo indiferente ante sus problemas? (…) En la oración aprendemos a no pasar de largo ante Cristo que sufre en sus hermanos. Aprendemos a servir''.

El Santo Padre resaltó luego la importancia del contacto frecuente con Dios: "no es buen camino descuidar la oración o, peor aún, abandonarla con la excusa de un ministerio absorbente... Sería un grave error pensar que el carisma se mantiene vivo concentrándose en las estructuras externas o la forma. Dios nos libre del espíritu de funcionalismo".

Hablando de la importancia del carisma del movimiento Schoenstatt, el Pontífice dijo que "tras estos años de recorrido les preocupa mantener vivo el carisma fundacional y la capacidad de saber transmitirlo a los más jóvenes (…) de tal manera que siga inspirando y sosteniendo sus vidas y su misión".

"Ustedes saben que un carisma no es una pieza de museo, que permanece intacta en una vitrina, para ser contemplada y nada más. La fidelidad, el mantener puro el carisma, no significa de ningún modo encerrarlo en una botella sellada, como si fuera agua destilada, para que no se contamine con el exterior".

"La vitalidad del carisma –prosiguió– radica en 'el primer amor' renovado día a día, en la disposición a escuchar y responder con generosidad enamorada (...). Se opera en nosotros ese sano y necesario descentramiento, en el que nosotros nos apartamos para que Cristo ocupe el centro de nuestra vida''.

El Papa dijo luego a los sacerdotes que "ustedes son, prácticamente, la última realidad del movimiento fundado por el Padre Kentenich; y esto encierra una gran lección, es algo hermoso. Este ser los 'últimos' refleja de modo claro el puesto que ocupan los sacerdotes en relación a sus hermanos: El sacerdote no está más arriba, ni por delante de los demás, sino que camina con ellos, amándolos con el mismo amor de Cristo, que no vino a ser servido sino a servir y a dar su vida en rescate por muchos".

"Pidamos al Señor que nos dé unas espaldas como las suyas, fuertes para cargar en ellas a los que no tienen esperanza, a los que parecen estar perdidos, a aquellos que nadie dedica ni siquiera una mirada y, por favor, que nos libre del 'escalafonismo' en nuestra vida sacerdotal''.

El Santo Padre habló también de la fraternidad sacerdotal y exhortó a los presentes: "por favor, solos nunca. El ministerio presbiteral no se puede concebir de una manera individual o, peor aún, individualista. La fraternidad es gran escuela de discipulado".

"No somos nosotros los que elegimos a nuestros hermanos, pero sí somos nosotros quienes podemos hacer la opción consciente y fecunda de amarlos así como son, con defectos y virtudes (…). Por favor, que en sus comunidades nunca haya indiferencia. Compórtense como hombres; si surgen discusiones o diferencias de pareceres, no se preocupen, mejor el calor de la discusión que la frialdad de la indiferencia, verdadero sepulcro de la caridad fraterna''.

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Al final del encuentro el Papa encomendó tres tareas a los sacerdotes de Schönstatt: "en primer lugar acompañar y cuidar a las familias para que vivan santamente su alianza de amor y de vida, especialmente a aquellas que atraviesan por momentos de crisis o dificultad".

"En segundo lugar, y pensando en el próximo jubileo de la misericordia, que dediquen mucho tiempo al sacramento de la reconciliación. Sean grandes perdonadores...Que en sus comunidades sean testigos de la misericordia y la ternura de Dios. Y en tercer lugar, les pido que recen por mí, porque lo necesito'', concluyó.

El movimiento apostólico de Schoenstatt fue fundado el 18 de octubre de 1914 por el P. José Kentenich como un camino de renovación espiritual dentro de la Iglesia Católica y su nombre es el del santuario mariano que cerca de Coblenza (Alemania) alberga la imagen de la Virgen.

Allí tienen sus casas centrales las comunidades de ese movimiento actualmente presente en 42 países. El Instituto Secular de los Padres de Schoenstatt, fue instituido por el mismo sacerdote el 18 julio de 1965 para estar al servicio del Movimiento Apostólico.

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