MADRID,
Miles de personas intentan entrar cada día en Europa arriesgando su vida. En muchas ocasiones pierden su vida en el camino, como el pequeño Aylan de tres años que falleció en las costas turcas mientras intentaba alcanzar alguna isla de Grecia que se encuentran a pocos kilómetros de distancia.
En la patera viajaban 13 personas, el patrón de la embarcación al ver que las olas eran demasiado altas saltó del barco y escapó, dejando a la deriva a los tripulantes. Todos murieron, excepto el padre de Aylan quien ahora quiere volver a su ciudad natal en Siria para poder enterrar a su mujer y sus dos hijos.
Según se ha podido saber, Canadá negó el asilo a la familia de Aylan cuando pidió entrar en el país en el que vive una tía del pequeño desde hace años. En busca de una vida mejor y huyendo del peligro y la guerra de Siria e Irak, Aylan y su familia embarcaron en una patera que no llegó a puerto.
Esta es una de las miles de historias que se repiten cada día en las fronteras de Europa. Ante esta grave crisis migratoria los obispos españoles han animado a los países del viejo continente a actuar con "mayor generosidad en la acogida de refugiados y desplazados".
En un comunicado dado a conocer hoy y firmado por la Comisión Episcopal de Migraciones los Obispos españoles advierten del peligro de que "la repetición de los hechos acabara anestesiándonos" y que "la globalización de la indiferencia acabara por secarnos las lágrimas".