CLEVELAND,
"Me gusta el arte para expresar las grandes cosas de nuestra fe", comenta la hermana Mary Thomas, religiosa de las Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua, quien a sus 82 años continúa pintando murales con el fin de evangelizar y sostener económicamente a su convento.
La hermana Mary es natural de Appleton (Wisconsin – Estados Unidos) y licenciada en el Art Institute de Chicago. En su juventud trabajó como artista comercial en esa ciudad y en Nueva York. Su inquietud vocacional surgió mientras visitaba Roma.
Durante esa Cuaresma la entonces joven artista se dedicó a rezar a la Virgen durante treinta días y empezó a desligarse de sus ambiciones personales. "Mis deseos cambiaron", afirma la hermana María a la National Catholic Register. "Fue un cambio gradual a medida que transcurrían los treinta días, una especie de evolución", añadió.
En la Vigilia Pascual que se celebraba por aquel tiempo en la cripta de la Basílica de San Pedro, de un momento a otro se sintió indigna de comulgar y abandonó la fila. Sin embargo, una "fuerza interior" la impulsó a volver y cuando comulgó, entonces "sentí la presencia del Señor –recordó–. Se hizo dueño de mi vida. Es como si toda mi misión en la vida se me mostrase entonces".
Más adelante en Estados Unidos conoció más de cerca a las religiosas franciscanas del Santísimo Sacramento, nombre antiguo de las actuales Clarisas Pobres de la Adoración Perpetua en las que también está la Madre Angélica de EWTN.
Al ingresar a un monasterio de la orden, en las afueras de Cleveland en 1959, no echó de menos su arte, pero años después, en una celebración de la comunidad, su superiora apreció su talento artístico y le pidió que preparase un portafolio con sus trabajos.