El sábado 22 de agosto miles de activistas pro-vida protestaron pacíficamente ante más de 300 instalaciones de Planned Parenthood a raíz del escándalo –ante el que muchos de los grandes medios aún callan– de tráfico de órganos de la trasnacional abortista más grande del mudo.
Una de las miles de activistas, Jaylene Daugherty Romero, compartió en su cuenta de Facebook una impactante historia: en una de las clínicas de Planned Parenthood un guardia de seguridad fue "superado por la emoción ante las atrocidades (sic) que ocurren a nuestros hermanos más pequeños en el útero hoy. Él llamó a su jefe y renunció en la llamada telefónica".
Romero dijo además que el guardia "fue confrontado por un miembro del personal de Planned Parenthood y el dueño del lugar. Al terminar el diálogo tomó su mochila y salió de la propiedad".
"La gente aplaudió y lo alentaba mientras caminaba a su costado. Algunas personas le dieron algo de dinero y una hermana en Cristo le ofreció un trabajo de seguridad si decía aceptarlo".