SCHOENSTATT,
En la primera entrevista que concede luego de su elección como Superior General de los Padres de Schoenstatt, el sacerdote argentino de 61 años, P. Juan Pablo Catoggio, habla de los desafíos de esta familia espiritual marcada por un profundo amor a la Virgen María y que está presente en más de 90 países.
El sacerdote argentino, el segundo latinoamericano en el cargo, sucede al P. Henrich Walter, quien estuvo al mando de la institución durante 12 años.
En diálogo con ACI Prensa en Schoenstatt (Alemania), comenta que su elección lo sorprendió porque "no lo esperaba, no lo buscaba. En segundo lugar, también con un poco de susto por la tarea, pero confiado también en que Dios da las fuerzas y las gracias necesarias para las tareas que también él nos confía".
Sobre el centenario de esta familia espiritual celebrado en 2014, el P. Catoggio afirma que este es un tiempo de "renovación en el espíritu del fundador, en su carisma, en su misión. Fue una experiencia de internacionalidad. Nunca el movimiento se había reunido tan multiforme y tan colorido, con representantes de tantos países, de tantas culturas, de tantos lugares nuevos" como India y algunos lugares de África. "Después de 100 años Schoenstatt tiene un rostro nuevo, una geografía nueva".
El Superior General recuerda que "Schoenstatt nació con un acontecimiento, no fue una decisión o un proyecto de escritorio del Padre (José) Kentenich, el fundador, sino que fue el resultado de un proceso de vida, de una irrupción del Espíritu Santo, de un acontecimiento de gracia que nosotros llamamos: 'la alianza de amor con la Virgen'. El P. (José) Kentenich, el fundador, era un hombre que permanentemente buscaba la voluntad de Dios. Para él la voluntad de Dios no era una verdad que había que contemplar sino mucho más un plan que había que descubrir y realizar".
Para el fundador, continuó el sacerdote "el amor a la Virgen no era simplemente un dejarse mimar por la Virgen, para él siempre tuvo el aspecto o el carácter de un compromiso mutuo. Por eso hablamos en Schoenstatt, llamamos a la consagración de María, alianza de amor. Una alianza, recíproca, mutua. 'Nada sin ti, nada sin nosotros' decimos en Schoenstatt muchísimas veces".