MADRID,
El P. Luis Felipe Areta ahora tiene 73 años, es sacerdote y trabaja en el norte de España. Nadie diría que a pesar de la muleta que utiliza, este sacerdote de trato amable y sencillo ha participado en tres Juegos Olímpicos. Tras haber sido llamado a la selección española de atletismo, recibió una llamada más fuerte: la vocación.
Además de las Olimpiadas de Roma de 1960 también participó en los Juegos Olímpicos de Tokio de 1964, donde consiguió un diploma olímpico al ser sexto en salto de longitud y en México en 1968 llegó a la final, aunque al disputarla lesionado quedó decimosegundo.
"Me ordené en 1980. En ese momento fue como una especie de noticia, como si hubiera se me hubiera ocurrido de un día para otro, pero no. Fue un camino que comencé con 17 años cuando pedí la admisión en el Opus Dei, un día después de haber batido el récord de España absoluto de salto de longitud", cuenta el P. Luis Felipe Areta.
Según explica el sacerdote, él era un chico bastante normal. "Estudiaba en San Sebastián (España). Crecí en un ambiente católico, alguna vez, con 11 ó 12 años sí pensé en ser sacerdote, pero lo descarté enseguida, me gustaba demasiado el deporte. Los estudios no me gustaban tanto pero no se me daban mal".
Destacaba en los deportes, casi sin proponérselo. "He hecho de todo. Con quince años, fuimos campeones de fútbol playa y me fichó la Real Sociedad juvenil de fútbol, pero no me sacaban mucho así que decidí montar un equipo de baloncesto que ahora es el Atlético San Sebastián", recuerda el sacerdote.