Cada 5 de agosto la Iglesia celebra la festividad de Nuestra Señora de las Nieves, advocación mariana que data de los primeros siglos de la era cristiana y que se halla muy extendida en países como España, Portugal e Italia. Asimismo cuenta con innumerables devotos en Hispanoamérica.
El origen de la devoción a la Virgen de las Nieves está vinculado al ícono Salus Populi Romani [‘Salud’ o ‘Salvación’ del pueblo romano], título con el que los cristianos del Imperio solían invocar a la Madre de Dios.
Hasta el siglo XIV las festividades dedicadas a esta advocación se realizaban sólo en Roma, pero a partir del siglo XVII se extendieron universalmente por voluntad del Papa San Pío V (1566-1672).
El amor de los esposos, don de la Iglesia
De acuerdo a una antigua tradición, en el siglo IV, vivía en Roma una piadosa pareja de esposos cristianos, de origen noble. Ambos se reconocían bendecidos por la fe que habían acogido y porque Dios les había concedido abundantes bienes materiales. Sin embargo, algo les faltaba: no tenían hijos.
Por años rezaron pidiendo al Señor que los bendijera con un hijo a quien amar y heredar sus posesiones, pero parecía que Dios no los escuchaba. Pasado el tiempo, tomaron una decisión: nombrar a la Virgen María como “heredera” y donar sus riquezas para que se extendiera su culto.