VATICANO,
Ana Laura es una joven mexicana de 23 años y hasta mediados de mayo era víctima de trata laboral. Esclavizada por una familia en una tintorería en México DF por más de dos años y medio, trabajó más de 20 horas al día encadenada y sin apenas ingerir alimentos ni bebidas. "Siempre decía: 'Señor, ayúdame a salir de aquí´ y 'Señor, me pongo en tus manos'", recordó.
En el Día Mundial Contra la Trata, que se celebró ayer 30 de julio, la joven contó a ACI Prensa el infierno que sufrió y cómo la Iglesia le ayudó a salir de esa situación y a curar las heridas "del alma". Ana Laura estuvo presente en el reciente encuentro del Papa Francisco con más de 60 alcaldes, donde el Pontífice pidió combatir el tráfico de personas.
"Tuve una infancia un poco difícil y una decepción amorosa" y "fue así como conocí a mi proxeneta, Leticia, que hizo las veces de mi madre y me ofreció la estabilidad que necesitaba junto a su marido y sus dos hijas", narró la joven a ACI Prensa.
La joven decidió irse a vivir con ella porque "no tenía dónde acudir". "Yo la llamaba 'madre'", recuerda. Al poco tiempo "me dijo que la tenía que ayudar con su negocio de lavandería". "Primero me pidió que planchara lo que pudiera porque yo le generaba gastos y así le pagaba de alguna manera por cuidarme". Pero después se convirtió en una verdadera pesadilla.
"La primera vez que me golpeó le pregunté por qué lo hacía y me dijo que yo no tenía derecho a decirle nada porque era como mi madre y las madres corrigen a sus hijos". Después se hicieron más frecuentes los golpes y "decidí escaparme". "Lo logré, pero me encontró y me dijo que debía regresar con ella porque me había puesto una demanda por robo". Por miedo a ir a la cárcel, Ana Laura regresó bajo el acuerdo de que a los tres meses se podría ir
libremente; pero finalmente no fue así.
"Yo no tenía dónde ir y ella lo sabía, así que comenzó a golpearme otra vez, cada vez más, con tubos y otros objetos; me quemaba con la plancha, cables de la luz, herramientas de plomería...". Después "me encadenó, primero del cuello y luego de la cintura, por lo que me salieron llagas". Y a esto se sumó que "no me daba de comer, trabajaba más de 20 horas al día, tenía que dormir de pie y no me dejaba hacer mis necesidades".