BUENOS AIRES,
El Arzobispo de La Plata (Argentina), Mons. Héctor Aguer, llamó a los argentinos a no conformarse con solo ser buenas personas que cultivan las virtudes comunes, sino trabajar también en las virtudes cívicas que los hagan ciudadanos responsables que participan en la vida social del país y se comprometen con el bien común.
Durante el programa televisivo "Claves para un mundo mejor", el Prelado reflexionó sobre la obra de Aristóteles "Política", para abordar la implicancia que tiene en el crecimiento integral de un país el desarrollo de las virtudes civicas.
En el tercer libro de su obra, explicó, Aristóteles "hace una distinción que es de lo más interesante. Aristóteles dice que no es lo mismo la virtud en general -que hace buena a una persona, las virtudes de un hombre o una mujer de bien-, que las virtudes propiamente cívicas o políticas".
"Una persona es virtuosa cuando es una persona de bien. Así pensaba Aristóteles y así tenemos que pensar nosotros también". Sin embargo, señaló, existen también las virtudes "en cuanto a ciudadano, en cuanto a miembros de la pólis".
"¿Y cuáles son estas virtudes propias del ciudadano? Fundamentalmente, dice, es la prudencia. La prudencia y las otras que se llaman cardinales: la fortaleza, la templanza, la justicia; pero importa sobre todo la prudencia. La prudencia no consiste en hacer equilibrio entre el bien y el mal, sino que es lo que nos ayuda a elegir lo mejor, y lo mejor en cada momento", señaló.
"La prudencia –explicó el Arzobispo- es una virtud eminentemente práctica. Aristóteles subraya especialmente que los gobernantes tienen que ser prudentes. A partir de esta distinción entre la virtud en general, la que hace al hombre bueno y la virtud propiamente cívica o política que hace al buen gobernante y al buen ciudadano, se pueden hacer varias combinaciones".