REDACCION CENTRAL,
Cada 29 de julio la Iglesia recuerda a San Olaf, rey de Noruega, nacido en 995.
De aventurero a siervo de Cristo
En su juventud, Olaf se embarcó hacia Inglaterra como vikingo. Allí participó de escaramuzas, combates y saqueos, prácticas habituales entre los de su tipo, quienes, por lo demás, fueron eximios navegantes. Después tomó rumbo hacia Ruan, antigua ciudad de Francia, donde conoció el cristianismo, religión a la que se convirtió.
De regreso a Inglaterra, se estableció allí por un tiempo, poniéndose al servicio del rey Etelberto. Convertido y bautizado, emprendió, en 1015, el viaje de retorno a su patria.
En pos de la corona
Después de pasar por las dificultades propias de las luchas por el poder, logró salir victorioso y ser elegido rey. Para ello, Olaf hizo valer su vínculo con Harald I, antiguo rey de Noruega, desplazando a la casa que había gobernado habitualmente al país.