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"Oh Señor que eres tan adorable y me has mandado a amarte, ¿por qué me diste tan solo un corazón y este tan pequeño?", decía San Felipe Neri, un santo muy alegre y humorista que nació un día como hoy hace 500 años.
San Felipe nació en Florencia (Italia) el 21 de julio de 1515 y fue uno de los cuatro hijos de Francesco y Lucretia Neri. Lamentablemente su mamá falleció cuando era aún pequeño, pero la segunda esposa de su padre fue para él y sus hermanos como una verdadera madre. Así creció siendo obediente, afable y amante de la oración.
Fue un joven entusiasta y educador que cuando llegó a ser sacerdote, guió a muchos en el camino espiritual, incluso a otros santos, y fundó la Congregación del Oratorio. Él solía decir: "Denme diez personas verdaderamente despegadas y con éstas me animo a convertir el mundo". El santo falleció el 26 de mayo de 1595 en Roma.
Con ocasión del quinto centenario del nacimiento del santo, el Papa Francisco envió este año una carta al P. Mario Avilés, Procurador General de la Congregación del Oratorio, en la que describió a San Felipe como "un modelo luminoso de la misión permanente de la Iglesia en el mundo".
"Desde los primeros años de su presencia en Roma, ejerció un apostolado de la relación personal y la amistad… Amaba la espontaneidad, huía del artificio, escogió los medios más divertidos para educar a las virtudes cristianas y al mismo tiempo proponía una disciplina saludable que implica el ejercicio de la voluntad para aceptar a Cristo en la realidad de la propia vida".
"Estaba profundamente convencido de que el camino de la santidad se asienta en la gracia de un encuentro -el encuentro con el Señor- accesible a cualquier persona, de cualquier estado o condición, que lo acoja con la maravilla de los niños''.