ASUNCIÓN,
El Papa Francisco presidió el rezo de las vísperas, la oración que reza la Iglesia al caer la tarde, y pronunció una breve homilía en la que afirmó que la persona que es llamada por Dios no hace alarde, no se cree de estar en una "categoría superior", ni debe buscar el aplauso.
En la homilía que pronunció esta tarde en la Catedral de Asunción ante obispos, sacerdotes, diáconos, seminaristas y religiosos, el Santo Padre recordó que el Señor "no hizo alarde de su categoría" y por ello, del mismo modo, "el llamado por Dios no se pavonea, no anda tras reconocimientos ni aplausos pasatistas, no siente que subió de categoría ni trata a los demás como si estuviera en un peldaño más alto".
Todo consagrado, explicó el Papa, "se configura con Aquel que en su vida terrena, 'entre ruegos y súplicas, con poderoso clamor y lágrimas' alcanzó la perfección cuando aprendió, sufriendo, qué significaba obedecer; y eso también es parte del llamado".
El Santo Padre también se refirió a la importancia de la oración y afirmó que con ella "cada uno de nosotros (…) queremos ir pareciéndonos más a Jesús". La oración, continuó, "hace emerger aquello que vamos viviendo o deberíamos vivir en la vida cotidiana, al menos la oración que no quiere ser alienante o solo preciosista".
"La oración nos da impulso para poner en acción o revisarnos en aquello que rezábamos en los salmos: somos nosotros las manos del Dios que alzan de la basura al pobre y somos nosotros los que trabajamos para que la tristeza de la esterilidad se convierta en campo fértil".
El Papa Francisco resaltó luego que "nosotros que cantamos que 'vale mucho a los ojos del Señor la vida de los fieles', somos los que luchamos, peleamos, defendemos la valía de toda vida humana, desde la concepción hasta que los años son muchos y las fuerzas pocas".