LA PAZ,
Este viernes el Papa Francisco visitó el Centro de Rehabilitación Santa Cruz-Palmasola, la cárcel más peligrosa de Bolivia, donde escuchó los testimonios de tres presos y dirigió un discurso en el que transmitió la cercanía de la Iglesia y los alentó a mirar el rostro crucificado de Jesús cuando se sientan desalentados. Además pidió a las autoridades penitenciarias "dejar una lógica de buenos y malos para pasar a una lógica centrada en ayudar a la persona".
A continuación el texto completo. Las cursivas corresponden a las partes en que el Papa improvisó en su discurso:
Queridos hermanos y hermanas, buenos días:
No podía dejar Bolivia sin venir a verlos, sin dejar de compartir la fe y la esperanza que nace del amor entregado en la cruz. Gracias por recibirme.
En las palabras de Mons. Jesús Juárez (mientras no se me vuele la cabeza no hay problema) y en el testimonio de quienes han intervenido, he podido comprobar cómo el dolor no es capaz de apagar la esperanza en lo más profundo del corazón, y que la vida sigue brotando con fuerza en circunstancias adversas.
¿Quién está ante ustedes? Podrían preguntarse. Me gustaría responderles la pregunta con una certeza de mi vida, con una certeza que me ha marcado para siempre. El que está ante ustedes es un hombre perdonado. Un hombre que fue y es salvado de sus muchos pecados. Y así es como me presento. No tengo mucho más para darles u ofrecerles, pero lo que tengo y lo que amo, sí quiero dárselos, sí quiero compartirlo: es Jesús, Jesucristo, la misericordia del Padre que vino a mostrarnos, a hacer visible el amor que Dios tiene por nosotros. Por vos, por vos, por vos, por mí. Un amor activo, real. Un amor que tomó en serio la realidad de los suyos. Un amor que sana, perdona, levanta, cura. Un amor que se acerca y devuelve dignidad. Una dignidad que la podemos perder de muchas maneras y formas. Pero Jesús es un empecinado de esto: dio su vida por esto, para devolvernos la identidad perdida, para revestirnos con toda su fuerza de dignidad.