LA PAZ,
El Papa Francisco dio este jueves un discurso a los sacerdotes, religiosos y seminaristas en el Coliseo Don Bosco, en Santa Cruz de la Sierra (Bolivia), para llamarlos a no ser indiferentes ante el grito de dolor de los fieles, sino acoger al pueblo de Dios y levantarlo, siguiendo el ejemplo de Jesús.
A continuación el texto del Papa. Las partes en cursiva corresponden a los momentos en que el Santo Padre improvisó en su discurso:
Me alegra tener este encuentro con ustedes, para compartir la alegría que llena el corazón y la vida entera de los discípulos misioneros de Jesús. Así lo han manifestado las palabras de saludo de Mons. Roberto Bordi, y los testimonios del Padre Miguel, de la hermana Gabriela, y del seminarista Damián. Muchas gracias por compartir la propia experiencia vocacional.
En el relato del Evangelio de Marcos hemos escuchado también la experiencia de Bartimeo, que se unió al grupo de los seguidores de Jesús. Fue un discípulo de última hora. Era el último viaje del Señor de Jericó a Jerusalén, adonde iba a ser entregado. Ciego y mendigo, Bartimeo estaba al borde del camino, más exclusión imposible, marginado, y cuando se enteró del paso de Jesús, comenzó a gritar. Se hizo sentir, como esa buena hermanita que con la batería se hacía sentír, y decía aquí estoy. Te felicito tocas bien.
En torno a Jesús iban los apóstoles, los discípulos, las mujeres que lo seguían habitualmente, con quienes recorrió durante su vida los caminos de Palestina para anunciar el Reino de Dios. Y una gran muchedumbre. Si traducimos esto forzando el lenguaje en torno a Jesús iban los obispos, los curas, las monjas, los seminaristas, los laicos comprometidos todos los que lo seguían, escuchando a Jesús y el pueblo fiel de Dios.
Dos realidades aparecen con fuerza, se nos imponen. Por un lado, el grito de un mendigo y por otro, las distintas reacciones de los discípulos. Pensemos en las distintas reacciones de los obispos, los curas, las monjas los seminaristas a los gritos que vamos sintiendo o no sintiendo .Parece como que el evangelista nos quisiera mostrar, cuál es el tipo de eco que encuentra el grito de Bartimeo en la vida de la gente en la vida de los seguidores de Jesús. Cómo reaccionan frente al dolor de aquél que está al borde del camino, que nadie le hace caso, nomás le dan una limosna, de aquel que está sentado sobre su dolor, que no entra en ese círculo que está siguiendo al Señor.