Al día siguiente le salieron manchas en la piel y no pudo salir de su casa. Durante una semana no pudo tener contacto con los rayos del sol. Se recuperó y por una picadura contrajo la Chikungunya, una peligrosa enfermedad que lo mantuvo postrado durante otra semana.
"Siempre conversaba conmigo mismo diciendo 'qué mala suerte tengo', sin saber que todos esos días de reposo eran para tomar energía para lo que se venía", declaró a ACI Prensa.
Cuando se recuperó volvió a los ensayos del coro y, después de audicionar, fue aceptado como integrante. El lunes cantó en la Santa Misa. Nunca mencionó al director ni a sus compañeros de canto que su ausencia se debió a estas enfermedades.
"Este fue el gran reto que pasé para participar en el coro y de ahí en adelante las cosas se dieron por sí solas hasta la presentación en la misa campal, esa sonrisa del Papa Francisco me la llevo por lo que me quede de vida", puntualizó.
En silla de ruedas desde Nicaragua
Gabriel Orcullo, un nicaragüense con discapacidad, viajó desde Nicaragua hasta Guayaquil para ver al Papa Francisco.
"Significa mucho para estar aquí. Hace 20 años Juan Pablo II vino y tocó a mis dos hijos mayores. Fue en su segunda visita a Nicaragua. Por lo tanto, fue muy especial para mí estar aquí, también porque con Juan Pablo II los nicaragüenses tenían una relación muy especial", comentó a ACI Prensa.
Las "buenas noches" del Papa
Las tres noches que pasó en Ecuador, el Papa Francisco no dejó de tener gestos de cariño con los fieles que se instalaron en las afueras de la Nunciatura, pese al cansancio por las actividades del día.
Cada noche salió de la residencia para bendecir a los espontáneos fieles, los hizo rezar y los bendijo fuera del programa.
En la última noche una multitud se reunió en la puerta de la Nunciatura para despedirse del Papa Francisco quien les dirigió estas palabras: "No se les ocurra dormir aquí. Que duerman bien y sueñen con los angelitos".
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