QUITO,
El Papa Francisco tuvo este miércoles un encuentro con sacerdotes y religiosos en el Santuario de Nuestra Señora de la Presentación del Quinche (Ecuador), en el que dejó de lado el discurso oficial y dio un mensaje improvisado, en el que reflexionó sobre el sentido del servicio y la vocación a la vida religiosa.
"Hoy tengo que hablarles a los sacerdotes, a los seminaristas, a las religiosas, a los religiosos, y decirles algo. Tengo un discurso preparado, pero no tengo ganas de leer (risas de los fieles), así que se lo doy al presidente de la conferencia de religiosos para que lo haga público después", expresó el Papa.
A continuación las palabras que el Santo Padre dirigió de manera espontánea en el Santuario del Quinche:
Buenos días hermanos y hermanas:
En estos dos días, 48 horas que estuve en contacto con ustedes noté que había algo raro, perdón, algo raro en el pueblo ecuatoriano, todos los lugares donde voy, siempre el recibimiento es alegre, contento, cordial, religioso, piadoso, en todo lado, pero acá había en la piedad en el modo, por ejemplo, pedir la bendición desde el más viejo hasta la wawa, que lo primero que aprende es hacer así (manos juntas) había algo distinto, yo también tuve la tentación como el Obispo de Sucumbíos de preguntar ¿cuál es la receta de este pueblo? ¿Cuál es, no? y me daba vuelta en la cabeza y rezaba. Le pregunté a Jesús varias veces en la oración, qué tiene este pueblo, de distinto. Esta mañana orando se me impuso aquella consagración al Sagrado Corazón. Pienso que se los debo decir, como un mensaje de Jesús. Todo esto de riqueza que tienen ustedes, de riqueza espiritual, de piedad, de profundidad, vienen de haber tenido la valentía, porque fueron momentos muy difíciles, la valentía de consagrar la Nación al Corazón de Cristo, ese Corazón Divino y humano que nos quiere tanto y yo lo noto un poco con eso, divino y humano seguro que son pecadores, yo también, pero el Señor perdona todo y, custodien eso. Y después, pocos años después, la consagración al corazón de María, no olviden, esa consagración es un hito en la historia del pueblo de Ecuador y de esa consagración siento como que le viene esa gracia que tienen ustedes, esa piedad, esa cosa que los hace distintos.
Hoy tengo que hablarles a los sacerdotes, a los seminaristas a las religiosas, a los religiosos y decirles algo, tengo un discurso preparado pero no tengo ganas de leer, así que se lo doy al presidente de la conferencia de religiosos para que lo haga público después y pensaba en la Virgen, pensaba en María. Dos palabras de María, acá me está fallando la memoria pero no sé si dijo alguna otra ¿eh? Hágase en mí, bueno sí, pidió explicaciones, de que porqué la elegían a ella al ángel ahí, ese hágase en mí. Y otra palabra, hagan lo que él les diga. María no protagonizó nada, "discipuleó" toda su vida. La primera discípula de su Hijo y tenía consciencia de que todo lo que ella había traído al mundo era pura gratuidad de Dios, consciencia de gratuidad. Por eso, hágase, hagan que se manifieste la gratuidad de Dios, religiosos, religiosas sacerdotes, seminaristas, todos los días vuelvan, hagan ese camino de retorno hacia la gratuidad con que Dios los eligió. Ustedes no pagaron entrada, para entrar al seminario, para entrar a la vida religiosa. No se lo merecieron. Si algún religioso, sacerdote o seminarista o monja que hay aquí cree que se lo mereció que levante la mano. Todo gratuito. Y toda la vida de un religioso, de una religiosa, de un sacerdote y de un seminarista que va por ese camino y bueno, ya que estamos digamos, y de los obispos, tiene que ir por este camino de la gratuidad, volver todos los días Señor hoy hice esto, me salió bien esto, tuve esta dificultad, todo esto, pero todo viene de Dios, todo es gratis. Esa gratuidad, somos objeto de gratuidad de Dios. Si olvidamos esto lentamente nos vamos haciendo importantes, y mirá vos ¿eh? qué obras que está haciendo o mirá vos a este, lo hicieron obispo de tal lugar, qué importante, o a este lo hicieron monseñor o a este... y ahí lentamente nos vamos apartando de esto que es la base, de lo que María nunca se apartó, la gratuidad de Dios. Un consejo de hermano, todos los días, en la noche quizás es lo mejor, antes de irse a dormir, una mirada a Jesús y decirle: "Todo me lo diste gratis" Y volverse a situar, entonces cuando me cambian de destino o cuando hay una dificultad no pataleo porque todo es gratis no merezco nada, eso hizo María.