QUITO,
El Papa Francisco hizo una profunda reflexión sobre la construcción de la sociedad en la que todos los miembros se vean unos a otros como una familia; y en la que se considere los criterios de gratuidad, solidaridad y subsidiariedad para lograr el bien común y en donde nadie quede excluido.
El Santo Padre dijo al iniciar su discurso que "nuestra sociedad gana cuando cada persona, cada grupo social, se siente verdaderamente de casa. En una familia, los padres, los abuelos, los hijos son de casa; ninguno está excluido. Si uno tiene una dificultad, incluso grave, aunque se la haya buscado él, los demás acuden en su ayuda, lo apoyan; su dolor es de todos".
"¿No debería ser así también en la sociedad? Y, sin embargo, nuestras relaciones sociales o el juego político, en el sentido más amplio de la palabra (…) muchas veces se basa en la confrontación que produce descarte. Mi posición, mi idea, mi proyecto se consolidan si soy capaz de vencer al otro, de imponerme, de descartarlo y así vamos construyendo una cultura del descarte que hoy día ha tomado dimensiones ¿Es ser familia eso? En las familias, todos trabajan por el bien común, pero sin anular al individuo; al contrario, lo sostienen, lo promueven".
El Papa destacó que "las alegrías y las penas de cada uno son asumidas por todos. ¡Eso sí es ser familia!: si pudiéramos ver al oponente político, al vecino de casa con los mismos ojos que a los hijos, esposas o esposos, padres o madres, ¡qué bueno sería!".
"San Ignacio -permítame el aviso publicitario- nos decía en los Ejercicios que el amor se muestra más en las obras más que en las Palabras ¡Amémosla en las obras más que en las palabras!"
Sobre la gratuidad el Santo Padre dijo que no es un "complemento sino requisito necesario para la justicia. Lo que somos y tenemos nos ha sido confiado para ponerlo al servicio de los demás –gratis lo recibiste, gratis lo das– nuestra tarea consiste en que fructifique en obras de bien".