Cada 26 de junio, la Iglesia Católica celebra a San Josemaría Escrivá de Balaguer y Albás (1902-1975), sacerdote español, fundador del Opus Dei, y autor de Camino (1934), obra de gran provecho espiritual para millones de católicos y que ha sido traducida a decenas de idiomas. Hoy se cumplen 49 años desde que este santo partió al encuentro definitivo con el Señor.
"Dios no te arranca de tu ambiente, no te remueve del mundo, ni de tu estado, ni de tus ambiciones humanas nobles, ni de tu trabajo profesional... pero, ahí, ¡te quiere santo!". Estas palabras resumen muy bien buena parte de la inspiración que recibió San Josemaría para mover los corazones de muchos, y convocarlos a santificarse y santificar el mundo actual. Por eso, se le conoce como ‘el santo de lo ordinario’, apelativo que recibe por haber entendido a la perfección de qué trata la vida del cristiano hoy: de hacer de lo ordinario -de la vida cotidiana- algo extraordinario.
Tras las huellas de Cristo
San Josemaría Escrivá de Balaguer nació en Barbastro, Huesca (España) en 1902, en el seno de una familia profundamente cristiana. Desde joven, le tocó conocer el sufrimiento: sus tres hermanas menores murieron aún siendo muy pequeñas, el negocio de su padre quebró y la familia tuvo que dejar su tierra para mudarse a Logroño en busca de una situación mejor.
Cierto día, Josemaría vio sobre la nieve las huellas de unos pies descalzos. De solo pensar en quién podría haberlas dejado, se le congeló hasta el alma. ¿Quién puede andar sin zapatos pisando el hielo? Le pareció una locura. Pero cuando se enteró de que eran las pisadas de un religioso, su apreciación del hecho cambió completamente. Esas huellas -pensó- han sido dejadas por alguien extraordinario, que hace cosas igualmente extraordinarias. Pensar en que alguien era capaz de hacer algo así, sólo podía explicarse por un gran propósito, algo propio de un plano distinto. Josemaría intuye entonces que quizás Dios le estaba enviando un mensaje: quizás Dios quería algo de él.
Poco a poco, su mente se fue aclarando: Cristo quería que siga sus pasos de cerca, como sacerdote.