Cada 11 de junio la Iglesia celebra a San Bernabé, Apóstol, considerado así por los primeros Padres de la Iglesia y por San Lucas, aunque no fuera parte del grupo inicial de los doce elegidos por Jesús.
Llamado a la tarea apostólica
Una vez convertido a la causa de Cristo, el Espíritu Santo le fue confiando a Bernabé misiones específicas, las que cumplió con celo y generosidad. Esto le valió, en los hechos, ser contado entre los Apóstoles de manera muy similar a la de San Pablo.
Bernabé era apreciado por ser “hombre bondadoso, lleno de Espíritu Santo y de mucha fe” (Hechos 11, 24). Nació en Chipre y perteneció a la tribu de Levi; su verdadero nombre fue “José”. Quienes le cambiaron de nombre fueron los otros apóstoles, quienes empezaron a llamarlo “Bernabé”, que según San Lucas significa “el que anima y entusiasma”, o “el esforzado”; aunque etimológicamente, dada la raíz aramea del término, podría entenderse también como “el hijo del profeta”.
En los Hechos de los Apóstoles aparece en el capítulo 4, donde está el relato según el cual vendió su finca y entregó el dinero recaudado a los Doce, para que sea distribuido entre los pobres.