SANTIAGO,
"Tu enfermedad se llama Cristo y no tiene remedio. Nunca podrás curarte", le dijo su tío a modo de "sentencia de muerte". Fue el 22 de diciembre del 2000, cuando Mohammed al-Sayyid al-Moussawi, hoy Joseph Fadelle, se encontró encañonado por su propio tío y algunos de sus hermanos debido a conversión del Islam al Cristianismo.
La historia comenzó en 1987, cuando el joven sayyid (título nobiliario) al-Moussawi, fue enviado al servicio militar, donde conoció a Massoud, un campesino de edad madura con quien se vio obligado a compartir su dormitorio, algo que él rechazó ya que el hombre era cristiano. Para Mohammed, los cristianos eran inferiores, impuros y compartir el espacio con uno de ellos lo ponía en peligro.
Con el paso del tiempo y en este compartir con su compañero de cuarto, su visión de los cristianos fue cambiando, lo que lo llevó a profundizar en las raíces mismas de la fe católica, provocándole una crisis existencial que removió los cimientos de sus creencias y, finalmente, lo llevó a su conversión al cristianismo.
Entonces pasó de ser el favorito del clan familiar, nacido en una de las familias chiítas más importantes de Irak y miembro de la realeza de su pueblo a ser un perseguido y refugiado, amenazado de muerte hasta hoy por su propia familia.
"Yo vengo de una tribu donde mi padre era el líder y yo debí haber sido el líder después de él", contó Fadelle para explicar el contraste de su vida anterior con la actual, alejada de su cultura y familia tras su conversión.
En la religión musulmana, la conversión al cristianismo o a cualquier otra religión es motivo de castigo, incluso la muerte.