SARAJEVO,
El Papa Francisco visita hoy Bosnia-Herzegovina, un país duramente afectado por una guerra sostenida sobre conflictos étnicos, a inicios de la década de 1990. Las víctimas mortales suman más de 97 mil, y son casi dos millones de personas las que resultaron desplazadas.
En el marco de la visita del Santo Padre, tres ex prisioneros de guerra dieron su testimonio, e hicieron un nuevo llamado a la reconciliación. Un serbio, un croata y un bosnio se sentaron juntos en una reunión organizada el 5 de junio por Cáritas, en la escuela católica de Sarajevo.
"Yo no odio a ninguna etnia, no odio a los hombres en cuanto a su categoría. Solo sé que aquello que me han hecho a mí no puede ser atribuido a un pueblo entero", asegura Janko Samolikovic, de Visegraad (Hungría), uno de los supervivientes de los campos de prisioneros de la guerra de la ex Yugoslavia.
Janko ha hecho un recorrido de reconciliación. Esto es lo que el Papa Francisco ha encontrado a su llegada a Sarajevo: una ciudad herida, como la cruz puesta sobre el altar que viene de un monasterio destruido durante la guerra, cuyas heridas quieren ser sanadas.
"Cuando hablamos juntos, nos damos cuenta de que nuestro sufrimiento es común", coinciden. Entraron en el programa Pro-Futuro: soporte psicológico, elaboración del trauma rápido, y después contar su experiencia en las escuelas y donde sea necesario, para que los horrores de la guerra no se olviden.
Janko es uno de los tres. "Tenía 23 años cuando la guerra golpeó también mi país. Primero, estábamos juntos los serbios, bosnios, croatas. No habíamos tenido nunca un conflicto. Después, llegó la guerra. Me apresaron, me encerraron en un gimnasio junto a otros. Yo soy muy emotivo, pueden ustedes imaginar cómo me sentí. Tuve sensaciones que no puedo explicar, porque un ser humano no debería tener nunca estas sensaciones".