SARAJEVO,
El recorrido que el Papa Francisco realizó hoy desde que aterrizó en el aeropuerto de Sarajevo para llegar al Palacio presidencial, donde tuvo el primer discurso de una larga jornada, fue testigo de la violencia de la guerra en Sarajevo a inicios de la década de 1990.
Tras la disolución de la ex Yugoslavia, Bosnia-Herzegovina se vio envuelta en una dramática guerra basada en odios étnicos, que acabó con más de 97 mil vidas y dejó cerca de dos millones de desplazados.
La ruta que tomó el Papa, que hoy se llama Zmaja od Bosne, entonces era la Avenida de los Francotiradores. Quien pasaba por allí llegaba herido por los francotiradores apostados en la montaña, o en el interior de algunos edificios.
En un cierto punto, poco antes del Palacio Presidencial, el Papa encontró a su izquierda la Iglesia Católica de San José, monumento nacional de Bosnia-Herzegovina que por un periodo de tiempo se pensó que fuera la catedral de la ciudad.
Dirigiendo la mirada a la derecha, pudo ver el puente de Vrbanja. Allí murió mucha gente por los disparos de los francotiradores. Allí murieron también el "Romeo" y la "Julieta" de Sarajevo.
El puente de Vrbanja une el barrio bosnio con el serbio, pasando por el torrente Miljacka. Era obviamente un objetivo privilegiado de los francotiradores.