VATICANO,
El Papa Francisco presidió este jueves la celebración del Corpus Christi, la Solemnidad del Santísimo cuerpo y la Sangre de Cristo, en el exterior de la Basílica romana de San Juan de Letrán y afirmó que "la Eucaristía no es un premio para los buenos, sino la fuerza para los débiles; para los pecadores es el perdón, el viático que nos ayuda a andar, a caminar".
En su homilía, el Pontífice pidió a los fieles no dejarse afectar por las "idolatrías de nuestro tiempo" porque "disgregan" y diluyen la dignidad del cristiano. Algunas de ellas son "la apariencia, el consumismo, la arrogancia y el no admitir los errores". También recordó a los cristianos perseguidos y a todos los mártires que han dado su vida por la fe en estos días y pidió alabar y cantar el misterio del Corpus por las calles de la ciudad.
"En la última cena, Jesús dona su Cuerpo y su Sangre mediante el pan y el vino, para dejarnos el memorial de su sacrificio de amor infinito. Con este 'viático' rebosante de gracia, los discípulos tienen todo lo necesario para su largo viaje por la historia, para extender a todos el reino de Dios", explicó el Papa.
"Luz y fuerza será para ellos el don que Jesús ha hecho de sí, inmolándose voluntariamente en la cruz. Y este Pan de vida ha llegado hasta nosotros. No termina nunca el estupor de la Iglesia ante esta realidad". "Un estupor que alimenta siempre la contemplación, la adoración, la memoria", aseguró Francisco.
Esto, añadió, "nos lo demuestra un texto precioso de la liturgia de hoy, el Responsorio de la segunda lectura del Oficio de Lecturas, que dice así: 'Reconozcan en este pan a aquél que fue crucificado; en el cáliz, la sangre que brotó de su costado. Tomen y coman el cuerpo de Cristo, beban su sangre: porque ahora son miembros de Cristo. Para no disgregarse, coman este vínculo de comunión; para no no estimarse en poco, beban el precio de su rescate'.