ROMA,
Zhang Xihuan no sabe lo que pasaba por su mente cuando bebió un sorbo de pesticida que tenía guardado en su casa en la provincia rural de Shandong (China). Tal vez pensaba en sus vecinos que la habían condenado al ostracismo cuando le fue diagnosticado hepatitis B; o tal vez en las horas dedicadas a ganarse la vida recogiendo el carbón que caía en la carretera.
En cualquier caso, cuando Xihuan se llevó a los labios la botella de pesticida en mayo de 2009, hacía lo mismo que innumerables mujeres chinas han hecho y seguirán haciendo: quitarse la vida antes que enfrentar la dura realidad de su sociedad; con la diferencia de que Xihuan sobrevivió para contar su historia a la Organización Mundial de la Salud (OMS).
Según esta organización de las Naciones Unidas, China concentra el 26 por ciento de los suicidios en todo el mundo. El suicidio es la quinta causa principal de muerte en el país y la tasa de suicidio en mujeres es de un 25 por ciento más que en los hombres. Las jóvenes de las zonas rurales son las más propensas a quitarse la vida, escogiendo mayormente el pesticida.
Las razones
La fundadora y presidenta de la organización Derechos de la Mujer Sin Fronteras, Reggie Littlejohn, dijo a ACI Prensa que además de la violencia doméstica y la discriminación, las mujeres en China están traumatizadas por la aplicación brutal de la política del único hijo del Partido Comunista, iniciada hace 35 años y que ha matado a entre 360 y 400 millones de no nacidos.
Littlejohn cree que el Partido Comunista de China está utilizando su política del único hijo como medio de control social "disfrazado de control de la población". "Diría sin duda alguna que (el PCCh) está manteniendo su control de poder por medio del derramamiento de sangre de mujeres y niños inocentes", denunció.