VATICANO,
El Papa Francisco tuvo el viernes un emotivo encuentro con un grupo de niños gravemente enfermos y sus padres en la Casa Santa Marta, a quienes invitó a buscar en la mirada amorosa de Dios el consuelo y la fortaleza para afrontar la adversidad; y además contó una breve historia para aquellas personas que creen que el Padre no los escucha o que no está listo para venir en su ayuda.
En el encuentro había unos 20 niños, de entre 7 y 14 años, pero también algunos pequeños de 2 o 3 años; acompañados por sus padres y por voluntarios y responsables de UNITALSI, una organización nacional italiana que transporta a los enfermos a Lourdes (Francia) y a otros santuarios. Los niños formaban parte de la iniciativa "El Tren de la Alegría".
Francisco había reflexionado sobre por qué sufren los niños y los había invitado –junto a sus padres - a hacer esta pregunta a Dios. "Cuando los niños crecen, llegan a una cierta edad en la cual no comprenden bien cómo es el mundo, hacia los dos años, más o menos. Y comienzan a hacer preguntas: 'Papá, ¿por qué? Mamá, ¿por qué?'. Y cuando el papá o la mamá comienzan a explicar, no escuchan. Hacen otro '¿por qué?'. '¿Y por qué ello? Y ellos no quieren escuchar la explicación. Solamente, con este '¿por qué?', reclaman para ellos la mirada del papá y de la mamá".
"Nosotros podemos preguntar al Señor: 'Pero Señor, ¿por qué? ¿Por qué los niños sufren? ¿Por qué este niño? El Señor no nos dirá palabras, pero sentiremos su mirada sobre nosotros y esto nos dará fuerza", afirmó el Papa.
En ese sentido, dijo que uno de sus secretarios personales, Mons. Joannis Gaid, "me hizo la sugerencia de contarles una historia. Quizá les ayudará a mirar al Señor":
"Había un niño que jugaba. El papá lo miraba desde la ventana del tercer piso y el niño quería mover una piedra grande, pero no podía, pesaba mucho. Después el niño, inteligente, agarró un instrumento de fierro para moverla y no podía, después llamó a sus compañeros para moverla, pero no podían porque era una piedra pesada. Y ellos querían moverla para jugar en ese lugar. Al final el papá que miraba desde la ventana salió, y con mucha fuerza y con una herramienta de fierro sacó la piedra. Y el niño reprochó al papá: 'Pero papá, tú viste que yo no podía moverla' – 'Sí'- '¿Y por qué no viniste antes? – 'Porque no me llamaste'".