Ella describe otro ataque en uno de sus escritos: "el demonio se presentó ante mí como una gigante y me decía: 'Para ti ya no hay esperanza de salvación. ¡Estás en mis manos!' Yo le respondí que Dios es misericordioso y, por tanto, no temo nada. Entonces me golpeó en la cabeza y me dijo: '¡Maldita seas!', y luego desapareció".
"Cuando volví a mi habitación para descansar, lo encontré. De nuevo comenzó a golpearme con una cuerda anudada, y quiso me gritaba que yo era débil. Le dije que no, y me golpeó tan fuerte, que caí de cabeza al suelo. En un momento se me vino a la mente invocar a Jesús. "Padre eterno, en nombre de la preciosísima sangre de Jesús, ¡líbrame!".
"No recuerdo bien qué pasó. La bestia me arrastró de mi cama y golpeó mi cabeza con tal fuerza que todavía me duele. Perdí el sentido y yací en el suelo hasta que desperté. ¡Gracias a Dios!"
A pesar de los ataques, Santa Gemma siempre tuvo fe en Jesús. Incluso utilizaba el humor contra Satanás. Una vez escribió a un sacerdote: "tenías que verlo, cuando huía haciendo muecas, ¡te habrías muerto de la risa! ¡Es tan feo!...Pero Jesús me dijo que no le tenga miedo".
4. San Juan María Bautista Vianney: "Lo hace porque yo convierto muchas almas para el buen Dios"
El Santo Cura de Ars nació en Francia en el año 1786. Fue un gran predicador, hacía muchas mortificaciones, fue un hombre de oración y caridad. Tenía increíbles dotes para la confesión. Por ello, venían personas de todas partes para confesarse con él y escuchar sus santos consejos. Debido a su fructífera labor pastoral se le nombró patrón de los sacerdotes. También combatió contra el maligno en varias ocasiones.
Una vez, su hermana pasó la noche en su casa, ubicada al lado de la iglesia. Durante la noche escuchó raspones en la pared. Fue a ver a Juan Vianney, que estaba confesando, y él le explicó:
"Hija mía, no debes temer: es el gruñón. Él no puede hacerte daño. En cuanto a mí, siempre me atormenta de la manera más desquiciada posible. A vez me coge de los pies y me arrastra por el cuarto. Lo hace porque yo convierto muchas almas para el buen Dios".
El demonio hacía ruidos durante horas, similares a los cristales, silbidos y relinchos. Incluso se colocaba bajo la ventana del santo y gritaba: "Vianney, Vianney, comepapas". Su propósito era no dejar dormir al sacerdote para que se cansara y no pudiese estar horas en el confesionario, donde salvaba las almas de sus garras.
En otra ocasión, mientras el Cura de Ars estaba preparándose para celebrar la misa, un hombre le dijo que su dormitorio estaba en llamas. ¿Cuál fue su respuesta? "El Gruñón está furioso. Al no poder atrapar al pájaro le prende fuego a su jaula". Le dio las llaves a aquellos que iban a apagar el fuego. Sabía que Satanás quería impedir la misa y no se lo permitió.
Dios premió su constancia ante las pruebas con un poder extraordinario que le permitía expulsar demonios de los poseídos.
5. Santa Teresa de Jesús: "Sus cuernos estaban alrededor del cuello del sacerdote mientras celebraba misa"
Esta reconocida doctora de la Iglesia y mística tuvo muchas visiones espirituales. En medio de sus oraciones y meditaciones, el demonio se le aparecía.
"Una forma abominable", escribía, "su boca era horrenda". "No tenía sombra sino que estaba cubierto por llamas de fuego".
También el demonio le causaba fuertes dolores corporales. En una ocasión la atormentó durante cinco horas mientras estaba en oración con sus hermanas. La santa permaneció firme para no asustarlas.
Un día "vio con los ojos del alma a dos diablos que tenían sus cuernos alrededor del cuello del sacerdote mientras celebraba misa".
Incluso para ella, estas visiones eran extrañas. "Rara vez lo he visto en forma corporal, a menudo no veo su apariencia física, pero sé que está allí.
¿Cuáles eran sus armas contra las fuerzas del mal?
La oración, la humildad y -muy interesante- el agua bendita. Santa Teresa decía que esta última era un arma eficaz.
Una vez estaba en un oratorio y el demonio se le apareció al lado izquierdo. Le dijo que por ahora se había librado de sus manos pero que él la capturaría de nuevo. Ella se asustó y se santiguó. Sin embargo, Satanás continuó perturbándola y Teresa tomó un frasco de agua bendita y derramó el agua sobre él. Luego de ese día nunca más volvió.
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