VATICANO,
"El mundo tiene necesidad de hombres y mujeres no cerrados, sino llenos de Espíritu Santo" que luchen contra el pecado y la corrupción. Es el mensaje que el Papa Francisco lanzó este domingo al presidir en la Basílica de San Pedro la Misa por la Solemnidad Pentecostés.
En su homilía el Pontífice habló sobre los dones del Espíritu Santo, cómo ponerlos en práctica y la importancia de hacerlo en medio del mundo sin cerrarse a su acción. Pero, ¿cómo se puede cerrar uno al Espíritu? El mismo Francisco dio la respuesta asegurando que "existen muchos modos": "en el egoísmo del propio interés, en el legalismo rígido –como la actitud de los doctores de la ley que Jesús llama hipócritas–, en la falta de memoria de todo aquello que Jesús ha enseñado, en el vivir la vida cristiana no como servicio sino como interés personal, entre otras cosas".
En nuestros días, prosiguió, "el mundo tiene necesidad del valor, de la esperanza, de la fe y de la perseverancia de los discípulos de Cristo. El mundo necesita los frutos del Espíritu Santo" que son "amor, alegría, paz, paciencia, afabilidad, bondad, lealtad, modestia, dominio de sí".
Por ello, "el don del Espíritu Santo ha sido dado en abundancia a la Iglesia y a cada uno de nosotros, para que podamos vivir con fe genuina y caridad operante, para que podamos difundir la semilla de la reconciliación y de la paz".
De tal forma que "reforzados por el Espíritu Santo y por sus múltiples dones, llegamos a ser capaces de luchar, sin concesión alguna, contra el pecado y la corrupción, y de dedicarnos con paciente perseverancia a las obras de la justicia y de la paz".
Explicando el Evangelio, el Pontífice recordó cómo "en la mañana de Pentecostés la efusión se produce de manera fragorosa, como un viento que se abate impetuoso sobre la casa e irrumpe en las mentes y en los corazones de los Apóstoles". Y, "en consecuencia reciben una energía tal que los empuja a anunciar en diversos idiomas el evento de la resurrección de Cristo".