REDACCION CENTRAL,
En las últimas semanas la Teología de la Liberación Marxista (TLM) ha vuelto a ser noticia, tanto por las declaraciones de un ex espía soviético que aseguró que fue una creación de la KGB, como por la presentación de uno de sus "padres", el sacerdote dominico peruano Gustavo Gutiérrez, en un evento en el Vaticano.
La TLM, surgida durante la segunda mitad del siglo XX, presenta un análisis de la realidad social desde el materialismo histórico. Muchos de sus postulados fueron criticados por el entonces Prefecto para la Congregación de la Doctrina de la Fe, Cardenal Joseph Ratzinger –hoy Sumo Pontífice Emérito Benedicto XVI–, y gran parte de sus principales ideólogos han abandonado la Iglesia o sostienen ideas contrarias al Magisterio.
Entre las figuras más conocidas de la Teología de la Liberación Marxista se encuentran el sacerdote Ernesto Cardenal, que se convirtió en revolucionario armado y fue reprendido públicamente por San Juan Pablo II en su visita a Nicaragua; y Leonardo Boff, que abandonó el sacerdocio, se casó y ahora se considera un "ecoteólogo de matriz católica".
En 2007, el Vaticano advirtió sobre "diversas proposiciones erróneas o peligrosas" en las obras del sacerdote jesuita Jon Sobrino, considerado uno de los padres de la Teología de la Liberación Marxista. Por su parte, el P. Gustavo Gutiérrez aseguró, en su obra fundamental –aún no corregida– "Teología de la Liberación. Perspectivas", que "la teología contemporánea se halla en insoslayable y fecunda confrontación con el marxismo".
Tras la participación del P. Gutiérrez en una conferencia de prensa de Cáritas esta semana en el Vaticano, diversos analistas dieron protagonismo a la TLM en los medios y la han vuelto a presentar como necesaria para que la Iglesia ayude a los pobres.
Desde uno de los barrios más pobres del Perú, un joven sacerdote misionero español echa por tierra esta propuesta.