ROMA,
Ciertamente San Juan Pablo II es un testigo de lo que significa realmente la muerte con dignidad, lo afirma un amigo suyo que lo acompañó en sus últimos momentos hace diez años cuando partió a la Casa del Padre.
“Nos dio tranquilidad y paz incluso hasta el último de sus días”, señala a ACI Prensa el Cardenal Stanislaw Dziwisz, que estuvo presente al momento del fallecimiento del Papa peregrino. “Él devolvió la dignidad a la muerte”, añadió.
El Cardenal, actual Arzobispo de Cracovia (Polonia), recuerda que justo después del último aliento de Juan Pablo II, los presentes en el departamento pontificio cantaron juntos el Te Deum porque “estábamos convencidos de que había muerto como un hombre santo”.
“Un hombre se prepara toda la vida para este importante momento, el paso de una vida a la otra para el encuentro con Dios”, dijo el Purpurado.
Juan Pablo II murió a las 9:37 p.m. (hora de Roma) el 2 de abril de 2005, en la víspera del Domingo de la Misericordia, una fiesta establecida durante su pontificado, luego de una larga batalla con el Parkinson.
En su pontificado, el Papa peregrino habló en repetidas ocasiones sobre lo que él llamó “cultura de muerte” que promueve el aborto y la eutanasia; y fue siempre un gran defensor de la vida humana y su dignidad.