Cada 23 de abril la Iglesia Católica celebra a San Jorge, santo de los primeros siglos de la cristiandad, cuya devoción está extendida universalmente.
La fama de San Jorge creció durante la Alta Edad Media y hoy sigue evocando, como antaño, importantes aspectos de la virtud cristiana, especialmente aquellos necesarios para enfrentar la lucha diaria contra el maligno como el valor y la fortaleza.
San Jorge fue un soldado romano convertido a la fe en Jesucristo que terminó siendo ejecutado en Nicomedia (capital de Bitinia, hoy Turquía) a causa de su fe. Se cree que fue decapitado, por lo que se le cuenta entre los mártires. Vivió aproximadamente entre los años 275/280 y 303.
Muchos se refieren a San Jorge como “el santo del Papa Francisco”, por la devoción que el Sumo Pontífice le profesa desde hace décadas. San Jorge es también Patrono de Armas de Caballería del Ejército de Argentina, país natal del Santo Padre.
Protector en la lucha contra el mal
San Jorge nació en Lydda, Palestina, la tierra de Jesús. Su padre fue un agricultor muy estimado. Ingresó al ejército imperial romano y, gracias a su carisma y capacidad de liderazgo, ascendió rápidamente en la milicia.