VATICANO,
En la Misa celebrada en la mañana del Segundo Domingo de Pascua en la Basílica de San Pedro, Fiesta de la Divina Misericordia, el Papa Francisco alentó a los fieles a "entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso".
El Papa comentó el Evangelio del día en el que Jesús resucitado se presenta a los discípulos que estaban encerrados en una casa y les dijo "Paz a vosotros" y les enseñó las manos y el costado. "Así ellos se dieron cuenta de que no era una visión, era Él, el Señor, y se llenaron de alegría".
Pero también "ocho días después, Jesús entró de nuevo en el Cenáculo y mostró las llagas a Tomás, para que las tocase como él quería, para que creyese y se convirtiese en testigo de la Resurrección".
Así, "también a nosotros, hoy, en este Domingo que San Juan Pablo II quiso dedicar a la Divina Misericordia, el Señor nos muestra, por medio del Evangelio, sus llagas. Son llagas de misericordia".
"Es verdad: las llagas de Jesús son llagas de misericordia. Jesús nos invita a mirar sus llagas, nos invita a tocarlas, como a Tomás, para sanar nuestra incredulidad. Nos invita, sobre todo, a entrar en el misterio de sus llagas, que es el misterio de su amor misericordioso. A través de ellas, como por una brecha luminosa, podemos ver todo el misterio de Cristo y de Dios: su Pasión, su vida terrena –llena de compasión por los más pequeños y los enfermos–, su encarnación en el seno de María".
El Papa aseguró que de esta manera "podemos recorrer hasta sus orígenes toda la historia de la salvación: las profecías –especialmente la del Siervo de Yahvé–, los Salmos, la Ley y la alianza, hasta la liberación de Egipto, la primera pascua y la sangre de los corderos sacrificados; e incluso hasta los patriarcas Abrahán, y luego, en la noche de los tiempos, hasta Abel y su sangre que grita desde la tierra".