MÉXICO D.F.,
Desde México un sacerdote escribe una profunda y sencilla reflexión sobre los enfermos y los ancianos que por diversas razones no podrán salir de casa en esta Semana Santa. Ellos también pueden vivir intensamente este tiempo, especialmente porque por su propio estado, "comprenden mejor la Pasión del Redentor".
A continuación y gracias al SIAME, la reflexión del P. Rogelio Alcántara:
Qué paradoja, muchos que podrían ir a la iglesia en esta Semana Santa no irán, simple y llanamente, porque no les da la gana; y a otros que desearían ardientemente ir a los oficios, no les será posible, o porque están enfermos o son ancianos, o simplemente porque no hay quien los lleve a una iglesia, y justo ahora, cuando por su propio estado comprenden mejor la Pasión del Redentor.
Pero para todos ellos hay una verdad consoladora de la que hoy quisiera hablarles. Quien más participa en la Redención, no es el que materialmente asiste a los oficios de Semana Santa, sino el que se une vitalmente al Misterio Pascual del Señor; y es que alguien puede ir a todo lo que organice su parroquia pero por mera costumbre, o sin recta intención; incluso se puede ir con deseos de protagonismo, de fama y prestigio, o para sacar ventajas personales, etc., etc.
Aquí no estamos en los países orientales en donde acudir a la iglesia es arriesgar la vida. Quien no rectifique su intención le aprovechará poco ir a la iglesia, a la mejor no le aprovechará nada, o a la mejor le hará daño; se le dormirá más la conciencia y pensará que es un héroe por llegar cansado a casa. Pero ¿de qué me valdrían los sacrificios físicos si no me llevarán a la conversión?, ¿de qué serviría mi cansancio si mi vida se queda sin tocar y sigo con los mismos vicios?
Cierto que la enfermedad o ancianidad por sí mismas no me harían cambiar de actitud con respecto a Dios y la salvación que me ofrece, pero cuando uno se siente visitado por la enfermedad y el sufrimiento aqueja, cuando se experimenta la propia impotencia, los límites y la finitud temporal, cuando se vislumbra la cercanía de la muerte, todo cambia.