SAN ANTONIO,
"Después de esta visita, mi pregunta principal es: ¿Por qué? ¿Por qué se sienten obligados a poner en detención a estos individuos vulnerables, madres jóvenes y traumatizadas que con sus niños huyeron de la persecución en sus países de origen?", cuestionó Mons. Garcia-Siller, Arzobispo de San Antonio (Estados Unidos) después de que el 27 de marzo un grupo de obispos católicos y de otras confesiones cristianas visitaran el centro de detención de Dilley, en la ciudad con el mismo nombre en Texas.
Los Obispos pidieron al gobierno del presidente Barack Obama cesar la detención de familias de migrantes, por los efectos nocivos que causa en las madres, los niños y la moral de la sociedad.
La petición fue formulada por los obispos católicos Mons Gustavo García-Siller, Mons. Eusebio Elizondo, Obispo Auxiliar de Seattle, y Mons. James Tamayo, Obispo de Laredo, además de Michael Rinehart y H. Julián Gordy obispos de la iglesia evangélica luterana en América.
El centro de detención, ubicado en la comunidad de Dilley, al sur de San Antonio, constituye el mayor centro de detención de familias migrantes en todo los Estados Unidos, con una capacidad para 2.400 personas.
Los obispos denunciaron que desde el verano pasado, el Departamento de Seguridad Nacional (DHS) envió a cientos de familias a los centros de detención en Nuevo México, Texas y Pensilvania, bajo una nueva política dirigida a personas que huyen de la violencia en Centroamérica.
"Una gran nación como la nuestra no tiene que encarcelar a los más vulnerables en el nombre de la disuasión", señaló el Arzobispo de San Antonio.