Nápoles,
El Papa Francisco contó dos anécdotas en el encuentro que sostuvo hoy en la Catedral de esta ciudad italiana con los sacerdotes, los religiosos y los seminaristas, para alertar sobre los peligros de la mundanidad y del apego desordenado al dinero.
Hablando sobre la importancia de las obras de misericordia en la ciudad y poniéndose en el lugar de una religiosa cualquiera que podría hacerla, el Papa narró una situación hipotética: "cerca de mi casa hay una persona que está enferma, querría ir con ella, pero el tiempo que necesito para andar allí es el mismo tiempo de la telenovela, y entre telenovela y hacer la obra de misericordia elijo la telenovela".
Luego recordó que conoce un colegio en el que las religiosas que lo tienen a su cargo, muy buenas por cierto, tenía un departamento y pusieron "en cada habitación un televisor. ¡A la hora de la telenovela no encontrabas a ninguna hermana en el colegio!".
"Estas –dijo– son las cosas que nos llevan al espíritu del mundo".
La segunda historia que usó el Papa para referirse al apego al dinero, fue el de una religiosa muy buena, "una gran mujer" que se ocupaba de los asuntos económicos y tenía el corazón atado al dinero, que era la razón por la que seleccionaba a la gente inconscientemente.
"Era ecónoma de un colegio importante pero se veía esto", dijo.