Nápoles,
Dejó los papeles a un lado porque "los discursos son aburridos", así que prefirió improvisar y dedicarles a los religiosos, religiosas, seminaristas y sacerdotes aquello que le salía del corazón en ese momento. El Papa Francisco mantuvo un encuentro emocionante y a la vez divertido con todos ellos en el Duomo de Nápoles, la Catedral de la ciudad.
El Pontífice habló sentado porque contó que "me han sugerido hablar sentado y así descanso un poco". Su intervención tuvo varias anécdotas con las que quiso animar y a la vez advertir sobre varias cuestiones. El Papa reflexionó sobre tres puntos: adorar a Jesús, amar a la Iglesia y ser misioneros.
Francisco contó cómo una hermana anciana le había dicho que debía ir a renovar un convento. "Este es un bello testimonio, estar siempre en camino, un camino en la vida consagrada", pero que también sirve "para sacerdotes".
1.- Para el Papa, el centro de la vida debe ser Jesús, pero "sucede en algunas partes que el centro de la vida es aquello que tengo contra el Obispo, contra el párroco, contra cualquier otro sacerdote... esto forma parte de la vida, dejar una familia, dejar de tener hijos, dejar el amor conyugal, para terminar litigando con el obispo, con los hermanos sacerdotes, con los fieles, con cara de acelga; esto no es un testimonio".
"El testimonio es que en el centro está Jesús y cuando Jesús está en el centro existen estas dificultades, están por todas partes, porque en un convento la superiora no me gusta y si en mi centro está la superiora que no me gusta, el testimonio no funciona". En este caso, entonces, "rezo por esta superiora que no me gusta, la tolero, hago de todo para que los otros superiores conozcan la situación, pero la alegría no me la quita nadie, la alegría de ir tras Jesús".