MADRID,
Con 23 años y poco después de casarse Lacey Buchanan quedó embarazada. La normal emoción y la alegría se convirtieron en preocupación y angustia cuando ella y su esposo supieron a las 18 semanas que algo en su bebé iba mal. Apoyados en su fe cristiana, decidieron seguir adelante con el embarazo, aunque no eran conscientes de la grave malformación que su hijo tendría.
"En una de las revisiones supimos que algo sucedía. Tuvimos un diagnóstico prenatal, pero los médicos no fueron capaces de decirnos las consecuencias y el alcance de estos problemas. Fue muy difícil porque nos pilló totalmente de sorpresa, nosotros esperábamos tener un hijo sano", cuenta Lacey a ACI Prensa.
Esta joven madre que ahora tiene 28 años explica que tanto su marido como ella se sintieron abrumados por la noticia de que el bebé venía con complicaciones: "teníamos nuestro plan pensado y hasta entonces todo estaba saliendo según lo previsto. Tras conocer la malformación fueron momentos muy difíciles pero sabíamos que teníamos que mantenernos fuertes, y nuestra fe cristiana nos ayudó. Teníamos que ser fuertes por el bebé".
"Para nosotros Christian siempre fue querido y esperado, antes y después de saber que algo le pasaba. Saber que tendría una enfermedad no cambió eso, por lo que seguía siendo un niño querido. Abortar nunca fue una opción".