SYDNEY,
A las 28 semanas o siete meses de embarazo, un bebé puede sobrevivir a un parto prematuro, es decir que es "viable" fuera del vientre materno. Sin embargo, Frank y Cindy, una pareja de New South Wales (Australia), decidió abortar a su hijo en ese momento del embarazo porque presentaba una malformación en la mano izquierda.
La "ectrodactilia" es una condición genética, que ocasiona malformaciones o ausencia en las extremidades, como dedos incompletos. Esta discapacidad no pone en riesgo la vida de la madre, y existen tratamientos quirúrgicos para corregirla.
En el estado australiano de New South Wales el aborto es legal durante toda la gestación, siempre que el médico considere que hay razones económicas, sociales o de salud que puedan poner en serio peligro la vida de la mujer.
Cindy explicó su decisión de abortar a su bebé porque creció en China "con muchas personas que eran discapacitadas, y… había discriminación".
En declaraciones a Fairfax Media, la mujer dijo que "no quería que mi hijo sea discriminado. El problema es… obvio, porque está en los dedos, y pienso que el niño habría tenido una vida muy dura".
Si bien inicialmente los médicos se rehusaron a someter a Cindy a un aborto, por no existir riesgo para su vida, en el hospital Royal Prince Alfred de Sydney aceptaron realizar la práctica anti-vida.