ROMA,
La sección "Mujeres" del Pontificio Consejo para los Laicos (PCL), dirigido por Ana Cristina Villa Betancourt, publica este mes un artículo donde explican que la consagración a Dios de la mujer no está reñida con la feminidad sino que más bien la enriquece.
El artículo, titulado "Feminidad y consagración" y firmado por la española Marta Rodríguez, consagrada y directora del Instituto Superior de Estudios sobre la mujer en el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum de Roma, invita a profundizar en la "íntima conexión" entre ambas realidades.
"Una mujer que vive a fondo la propia feminidad sabe que no puede renunciar al deseo de vivir para la mirada de alguien, al deseo de ser bella, y orienta este deseo natural suyo para atraer la mirada de Dios, única mirada que le revela quien es y al mismo tiempo la hace hermosa", señala Rodríguez.
Para la experta, este tipo de mujer "reconoce, acoge y eleva sus instintos y tendencias renovando, ante la belleza y atracción natural hacia las creaturas, su opción radical por la Belleza misma, descubriendo en ella íconos que le hablan del Amor por el que vive. Y aún más: abraza al mismo tiempo toda la belleza y el sufrimiento del mundo y, acogiéndolos, los eleva y consagra a Dios en su corazón, en un íntimo y continuo gesto sacerdotal".
En este sentido, la autora explica que una mujer que sabe que está hecha para ser esposa y madre, descubre en la castidad consagrada un modo misterioso pero real de desarrollar cada potencialidad afectivo suya, cada recurso de su ser mujer.
"Sabe que la mujer es el corazón de la familia y por eso busca ante todo hacer de su corazón mismo una casa donde el Señor encuentre consuelo y alivio, y hace familia en todo ambiente en que se mueve. Así, mientras más vive su identidad de mujer, más rica se vuelve su consagración. Y mientras más a fondo vive su consagración, más desarrolla su feminidad", remarca.