LIMA,
La comunidad latina suele criticar a Hollywood por caricaturizar a los migrantes en la gran mayoría de sus producciones. Hace unas semanas se estrenó la película "McFarland: Sin Límites" que para sopresa de la crítica muestra cómo la conjunción de dos culturas traspasa la condición social y lleva a la superación de jóvenes latinos en Estados Unidos.
Basada en hechos reales, tiene como protagonistas a Kevin Costner que hace el papel de Jim White, un entrenador que, luego de una serie de problemas, llega con su familia al pueblo de McFarland (California), conformado por migrantes e hijos de migrantes latinos dedicados en su mayoría a la agricultura.
Está ambientada a mediados de los 80, en una pequeña ciudad con la misma problemática juvenil, la discriminación y racismo que aún se puede percibir no solo en Estados Unidos, sino también en muchos países, donde la brecha entre pobres y ricos va más allá del tema económico.
En McFarland, el entrenador White centra su mirada en un grupo de jóvenes, provenientes de familias con dificultades económicas, para formar un equipo de "cross-country" (de carrera), deporte reservado para estudiantes de escuelas privadas.
No será fácil para el entrenador, ni para los muchachos alcanzar sus objetivos en los campeonatos. Pero la sencillez de White en tratar de entender la vida que llevan sus estudiantes, será uno de los pasos para que el equipo se unifique y se alcance el apoyo de todo un pueblo católico, que pone sus esperanzas en este grupo.
Aunque no se trata de un filme cristiano, la cinta retrata gestos de fe de los protagonistas. La actitud de White recuerda lo que alguna vez el santo educador Don Bosco escribió a sus salesianos: "Amen lo que agrada a los jóvenes y los jóvenes amarán lo que les gusta a los superiores". Es decir, el secreto está en ganarse la confianza del otro para llevarlo al bien.