LIMA,
Todos los viernes del año, salvo excepciones, los sacerdotes y consagrados rezan el Salmo 50, una de las oraciones más célebres del Salterio, apreciado desde hace siglos por judíos y cristianos. Conozca algunos detalles del himno "del pecado y del perdón" que cobra un significado especial en cuaresma y con el próximo Año de la Misericordia anunciado por el Papa Francisco.
"Misericordia, Dios mío, por tu bondad: por tu inmensa compasión borra mi culpa; lava del todo mi delito, limpia mi pecado. Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado: contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces", dicen los primeros versículos del Salmo 50.
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La tradición judía ha puesto este salmo penitencial en labios de David, a quien el profeta Natán le reprendió por el adulterio cometido con Betsabé, que quedó embarazada, y el asesinato de su marido Urías (cf. versículos 1 y 2 del Salmo 50; 2 Samuel 11 - 12).
Esta oración fue enriquecida en los siglos posteriores con la oración de personajes como San Juan Pablo II, que en cuatro audiencias en casi tres años explicó el mensaje que encierra el texto conocido también como "Miserere".
"El Salmo 50 presenta dos horizontes. Ante todo, aparece la región tenebrosa del pecado (cf. versículos 3-11), en la que se sitúa el hombre desde el inicio de su existencia: "Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre" (versículo 7)", dijo el Pontífice en el 2001.