MÉXICO D.F.,
En el Día de la Familia que en México se celebró el 1 de marzo, el Arzobispo Primado, Cardenal Norberto Rivera, señaló siete retos que afrontan la Iglesia para ayudar a que la familia sea auténticamente lo que realmente necesita toda persona.
En la homilía de la Misa que presidió este domingo en la Catedral de México D.F., el Arzobispo dijo que los retos son los siguientes: 1. El reto de guiar a los novios en el camino de preparación al matrimonio, 2. El reto de acompañar los primeros años de la vida matrimonial, 3. El reto de preocuparnos por quienes viven en matrimonio civil o simple convivencia, 4. El reto de cuidar de las familiar heridas, formadas por separados, divorciados no vueltos a casar, divorciados vueltos a casar, y familias monoparentales.
5. El reto de la atención pastoral hacia las personas con orientación homosexual, 6. El reto de la transmisión de la vida y de la disminución de la natalidad y, finalmente, 7. El reto de la familia en la educación de los hijos y .en la evangelización.
Según informa el Siame, el Purpurado mexicano señaló que "todo esto se nos puede hacer muy superior a nuestras simples fuerzas. Pero no estamos solos. Dios está con nosotros. Él nos guía. Él nos dio a su hijo en la familia de Nazaret para que siempre caminemos con esperanza".
El Cardenal Rivera explicó que "la familia tiene que ser capaz de encontrar el sentido de su vocación y de su misión en la sociedad actual" y alertó sobre el problema de la soledad que "no se cura automáticamente" sino que "necesita volver a comprometerse en el establecimiento de los vínculos entre las personas y de los vínculos con Dios para salir de esta situación".
Tras resaltar que la misión de la Iglesia es darles esperanza a las familias, el Arzobispo resaltó que "en el actuar de Jesús encontramos con gran claridad dos motivos de esperanza para la familia. Por un lado Jesús reafirma el ideal del plan inicial de Dios que permite mirar con esperanza al propio matrimonio y al propio hogar con la certeza de que el pecado y el mal no son los dueños del matrimonio, sino el amor y el bien, manifestado en la unión indisoluble entre el hombre y la mujer que no hay que entender como un 'yugo', sino como un 'don' hecho a las personas unidas en matrimonio".