VATICANO,
En la Misa con los nuevos Cardenales este domingo, el Papa Francisco reflexionó sobre la acogida al necesitado, al alejado y al que necesita curar sus pecados. "El camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre", dijo.
El Santo Padre señaló que "el camino de la Iglesia, desde el Concilio de Jerusalén en adelante, es siempre el camino de Jesús, el de la misericordia y de la integración. Esto no quiere decir menospreciar los peligros o hacer entrar los lobos en el rebaño, sino acoger al hijo pródigo arrepentido; sanar con determinación y valor las heridas del pecado; actuar decididamente y no quedarse mirando de forma pasiva el sufrimiento del mundo".
En este sentido destacó que "el camino de la Iglesia es el de no condenar a nadie para siempre y difundir la misericordia de Dios a todas las personas que la piden con corazón sincero", pero también "es precisamente el de salir del propio recinto para ir a buscar a los lejanos en las 'periferias' de la existencia; es el de adoptar integralmente la lógica de Dios; el de seguir al Maestro que dice: 'No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores a que se conviertan'".
"En efecto, Jesús libra a los sanos de la tentación del 'hermano mayor' y del peso de la envidia y de la murmuración de los trabajadores que han soportado el peso de la jornada y el calor".
Así pues, "la caridad no puede ser neutra, indiferente, tibia o imparcial. La caridad contagia, apasiona, arriesga y compromete. Porque la caridad verdadera siempre es inmerecida, incondicional y gratuita".
"La caridad es creativa en la búsqueda del lenguaje adecuado para comunicar con aquellos que son considerados incurables y, por lo tanto, intocables. El contacto es el auténtico lenguaje que transmite, fue el lenguaje afectivo, el que proporcionó la curación al leproso. ¡Cuántas curaciones podemos realizar y transmitir aprendiendo este lenguaje!".