Cada 2 de febrero, celebramos “la Fiesta de la Virgen de la Candelaria”, coincidiendo con la celebración de “la Presentación del Señor en el templo” y “la Purificación ritual de la Virgen María”. La ‘Fiesta de la Candelaria’, como también se le conoce, tiene una larga historia durante la cual fue tomando la forma y el carácter que hoy posee.
Primeros siglos
A mediados del siglo V ya se celebraba la llamada “Fiesta de las luces”, en la que los fieles devotos de la Virgen sacaban en procesión su imagen acompañándola con velas encendidas en las manos. Hay quienes señalan que dicha costumbre comenzó en antes, en Oriente, con el nombre de “Encuentro” y luego se extendió a Occidente durante el siglo VI, llegando incluso a celebrarse en la ciudad de Roma, con marcado carácter penitencial.
A pesar de que el origen de esta festividad no esté completamente esclarecido, se sabe que para el siglo X las procesiones con velas encendidas (candelas, caldas o cirios) realizadas en honor a la Virgen eran muy populares y en algunos lugares se celebraban con mucha solemnidad.
La advocación: el origen
La advocación mariana de la ‘Virgen de la Candelaria’ o ‘Nuestra Señora de la Candelaria’ tuvo su origen en las islas Canarias, Tenerife (España). Según la tradición, en 1392, dos naturales del lugar -los denominados “guanches”, antiguos aborígenes de Canarias- encontraron una imagen de la Virgen María mientras pastoreaban su rebaño, cerca de la orilla del mar.