Cada 13 de enero, la Iglesia Católica celebra a San Hilario de Poitiers, obispo, Padre y Doctor de la Iglesia nacido en tierras galas. Hilario vivió en el siglo V, en el que jugó un papel muy importante en la lucha contra las herejías de su tiempo, lo que le valió el apelativo de “Martillo de los arrianos” o el “Atanasio de Occidente”, en alusión al célebre Padre de la Iglesia Oriental.
San Hilario nació en Poitiers, Galia (hoy Francia), en el año 315. Tuvo la fortuna de recibir una sólida formación en letras, lo que le valió una extraordinaria habilidad para escribir y desarrollar, con acierto y claridad, aspectos importantes de la doctrina cristiana. No obstante, lo fundamental en él -como en toda persona que entiende y defiende su fe adecuadamente- fue su entrega amorosa a Dios y la sintonía de su corazón con los designios de Dios.
Habiendo alcanzado la adultez, Hilario se descubrió atraído profundamente por la fe en Jesucristo, y pidió el bautismo hacia el año 345. Luego el Señor lo convocó al servicio sacerdotal y, unos años más tarde, fue elegido obispo de su ciudad natal, en 353.
Custodio de la doctrina sobre la Santísima Trinidad
Hilario escribió un sesudo comentario a los Santos Evangelios, la primera de sus obras, considerada como el primer texto explicativo que se ocupa sistemáticamente de los libros sagrados que dan cuenta de la vida de Jesucristo. Este texto fue escrito originalmente en latín y posteriormente traducido a otras lenguas.
En 356, ya en calidad de obispo, tomó parte del Sínodo de Béziers -región del sur de Francia-. Aquella reunión fue catalogada por Hilario como “el sínodo de los falsos apóstoles”, ya que la asamblea estuvo dominada por obispos filoarrianos, quienes negaban abiertamente la divinidad de Jesucristo o, al menos, simpatizaban de manera peligrosa con dicha doctrina.