VATICANO,
Este miércoles, durante la Audiencia General en el Aula Pablo VI, el Papa Francisco abordó la importancia de las madres en las familias, la sociedad y la Iglesia, y señaló que "toda persona humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual".
A continuación el texto completo gracias a la traducción de Radio Vaticana:
Queridos hermanos y hermanas, ¡buenos días!
Hoy continuamos con la catequesis sobre la Iglesia y haremos una reflexión sobre la Iglesia madre. La Iglesia es madre. Nuestra Santa madre Iglesia. En estos días la liturgia de la Iglesia ha puesto ante nuestros ojos el ícono de la Virgen María Madre de Dios. El primer día del año es la fiesta de la Madre de Dios, al cual sigue la Epifanía, con el recuerdo de la visita de los Reyes Magos. El evangelista Mateo escribe lo que hemos escuchado: "Al entrar en la casa, encontraron al niño con María, su madre, y postrándose, le rindieron homenaje". Es la Madre que luego de haberlo generado, presenta el Hijo al mundo. Ella nos da a Jesús, Ella nos muestra a Jesús, Ella nos hace ver a Jesús.
Continuamos con la catequesis sobre la familia. En la familia está la madre. Toda persona humana debe la vida a una madre y casi siempre debe a ella mucho de la propia existencia sucesiva, de la formación humana y espiritual. Pero la madre, aún siendo muy exaltada desde el punto de vista simbólico - tantas poesías, tantas cosas bellas que se dicen poéticamente de la madre - es poco escuchada y poco ayudada en la vida cotidiana, poco considerada en su rol central en la sociedad. Es más, a menudo se aprovecha de la disponibilidad de las madres a sacrificarse por los hijos para "ahorrar" en los gastos sociales.
Sucede que también en la comunidad cristiana la madre no es siempre justamente valorada, es poco escuchada. Sin embargo, al centro de la vida de la Iglesia está la Madre de Jesús. Quizás las madres, dispuestas a tantos sacrificios por los propios hijos y a menudo también por aquellos de los otros, deberían ser más escuchadas. Sería necesario comprender más su lucha cotidiana para ser eficientes en el trabajo y atentas y afectuosas en familia; sería necesario entender mejor a qué aspiran para expresar los frutos mejores y auténticos de su emancipación. Una madre con los hijos tiene siempre problemas, siempre trabajo. Yo recuerdo en casa, éramos cinco y mientras uno hacía "una", el otro pensaba en hacer "otra" y la pobre mamá iba de un lado para el otro. Pero era feliz. Nos ha dado tanto.