Hoy escuchamos las palabras del apóstol Pablo: "Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer" (Gal 4,4). Aquel "nacido de una mujer" habla de manera esencial y por esto aún más fuerte de la verdadera humanidad del Hijo de Dios. Como afirma un Padre de la Iglesia, San Atanasio: "Nuestro Salvador fue verdaderamente hombre y de él vino la salvación de toda la humanidad".
Pero San Pablo añade también: "Nacido bajo la ley". Con esta expresión subraya que Cristo ha asumido la condición humana liberándola de la cerrada mentalidad legalista, insoportable. En efecto, la ley, privada de la gracia, se vuelve un yugo insoportable, y en lugar de hacernos bien, nos hace mal. Pero Jesús decía: "el sábado ha sido hecho para el hombre, no el hombre para el sábado". He aquí entonces la finalidad por la que Dios envía a su Hijo a la tierra a hacerse hombre: una finalidad de liberación, es más, de regeneración. De liberación "para rescatar a aquellos que estaban bajo la ley"; y el rescate se produjo con la muerte de Cristo en la cruz. Pero sobre todo de regeneración: "Para que recibiéramos la adopción de hijos". Incorporados en Él, los hombres llegan a ser realmente hijos de Dios. Este pasaje estupendo se produce en nosotros con el Bautismo, que nos injerta como miembros vivos en Cristo y nos inserta en su Iglesia.
Al inicio de un nuevo año nos hace bien recordar el día de nuestro Bautismo: redescubramos el regalo recibido en aquel Sacramento que nos ha regenerado a la vida nueva: la vida divina. Y esto a través de la Madre Iglesia, que tiene como modelo a la Madre María. Gracias al Bautismo hemos sido introducidos en la comunión con Dios y ya no estamos a merced del mal y del pecado, sino que recibimos el amor, la ternura, la misericordia del Padre celestial.
Les pregunto nuevamente: ¿Quién de ustedes recuerda el día en que ha sido bautizado, recuerda la fecha de su bautismo? ¿Quién de ustedes la recuerda? Levanten la mano. ¡Ah hay muchos, pero no tantos eh! Para quienes no la recuerdan les daré una tarea para hacer en casa. Buscar esa fecha y custodiarla bien en el corazón. También pueden pedir ayuda a sus padres, a su padrino, a su madrina, a los tíos, a los abuelos… Pero, ¿cuál fue el día en que yo he sido bautizado? Ese es un día de fiesta. Hagan eso. Será muy bello para agradecer a Dios el don del Bautismo.
Esta cercanía de Dios a nuestra existencia nos da la verdadera paz, la paz, el don divino que queremos implorar especialmente hoy, Jornada Mundial de la Paz. Yo leo ahí: "La paz es siempre posible". ¡Siempre es posible la paz! Debemos buscarla. Y allá: "La oración en la raíz de la paz". La oración es precisamente la raíz de la paz. La paz es siempre posible. Y nuestra oración, está en la raíz de la paz. La oración hace germinar la paz.
Hoy, Jornada Mundial de la Paz, "Ya no esclavos, sino hermanos": he aquí el Mensaje de esta Jornada. Porque las guerras nos hacen esclavos. Siempre. Un mensaje que nos implica a todos. Todos estamos llamados a combatir cualquier forma de esclavitud y a construir la fraternidad. Todos, cada uno según su propia responsabilidad.