VATICANO,
La Santa Sede publicó hoy la carta que el Papa Francisco envió a los cristianos en Medio Oriente con motivo de la Navidad, para expresarles su cercanía y agradecerles su testimonio de fe a pesar de las persecuciones del Estado Islámico (ISIS), e instar nuevamente a la comunidad internacional a hacer todos los esfuerzos por detener la violencia "que ya ha causado demasiado daño". "No están solos", aseguró Francisco, "realmente espero tener la gracia de ir en persona a visitarlos y confortarlos".
A continuación la carta completa del Papa Francisco:
''Queridos hermanos y hermanas: '¡Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, Padre de las misericordias y Dios de todo consuelo, que nos consuela en cualquier tribulación nuestra hasta el punto de poder consolar nosotros a los demás en cualquier lucha, mediante el consuelo con que nosotros mismos somos consolados por Dios!'
Fueron estas palabras del apóstol Pablo las que se me vinieron a la mente cuando pensaba dirigirme a ustedes, hermanos cristianos de Oriente Medio. Lo hago a las puertas de la Navidad, a sabiendas de que para muchos de ustedes las notas de los villancicos estarán mezcladas con lágrimas y suspiros. Sin embargo, el nacimiento del Hijo de Dios en nuestra carne humana es un misterio inefable de consolación: 'Pues se ha manifestado la gracia de Dios, que trae la salvación para todos los hombres'.
Por desgracia, nunca han faltado tribulación ni aflicción en Oriente Medio tanto en el pasado como recientemente. En los últimos meses se han agravado debido a los conflictos que afligen a la Región, pero especialmente por la actividad de una reciente y preocupante organización terrorista, de unas dimensiones nunca antes vistas, que comete todo tipo de abusos y prácticas inhumanas, golpeando especialmente a aquellos de ustedes que han sido brutalmente expulsados de sus tierras, en las que los cristianos están presentes desde la época apostólica.
Al dirigirme a ustedes, no puedo olvidarme de otros grupos religiosos y étnicos que sufren también la persecución y las consecuencias de estos conflictos. Sigo cada día las noticias del inmenso sufrimiento de tantas personas en Oriente Medio. Pienso especialmente en los niños, las madres, los ancianos, los desplazados y refugiados, los que pasan hambre, los que tienen que soportar la dureza del invierno sin un techo bajo el que protegerse. Este sufrimiento clama a Dios y apela al compromiso de todos nosotros, con la oración y todo tipo de iniciativas. Deseo hacer llegar a todos mi cercanía y solidaridad, así como la de la Iglesia, y dar una palabra de consuelo y esperanza.