San Nicolás es patrono de los marineros. Cuenta la leyenda que unos navegantes, viéndose perdidos en el furioso mar, empezaron a clamar: “Oh Dios, por las oraciones de nuestro buen obispo Nicolás, sálvanos”. En ese momento -sigue el relato- apareció el santo sobre el barco, bendijo el mar y este se calmó. Luego el obispo desapareció.
De acuerdo a una antigua tradición cristiana de Oriente, los navegantes que surcan el mar Egeo y el Jónico se orientan con una estrella llamada “Estrella de San Nicolás”; y se desean buen viaje diciendo: “Que San Nicolás lleve tu timón”.
Patrono y protector de los niños
Existe también una historia sobre tres niños que fueron asesinados y sus cuerpos arrojados en un depósito de sal. Por la oración de San Nicolás, los infantes volvieron a la vida. Debido a esto a Nicolás se le considera patrono de los niños, y suele ser representado con tres infantes al costado.
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Finalmente, una leyenda da cuenta de que en la Diócesis de Mira había un hombre abatido por la pobreza que decidió prostituir a sus tres hijas vírgenes. San Nicolás, buscando evitar que esto sucediera, trepó por el techo de la casa de aquel hombre amparándose en la oscuridad de la noche y arrojó por la chimenea una bolsa con tres monedas de oro. Con ese dinero el santo salvó a las doncellas de la perdición.
De Mira a Bari
San Nicolás murió un 6 de diciembre, no se sabe con seguridad si del año 345 o 352.
En el siglo VI, el emperador Justiniano construyó una iglesia en Constantinopla en su honor, y su devoción se hizo popular en todo el mundo cristiano.
En 1087 sus restos fueron rescatados de Mira, que había caído bajo invasión musulmana, y llevados a Bari, en la costa adriática de Italia. Por esta razón es llamado tanto “San Nicolás de Mira” como “San Nicolás de Bari”. En la iglesia de esta ciudad italiana reposan sus restos hasta hoy.
Una antigua tradición de los habitantes de Bari reza lo siguiente: "El venerable cuerpo del obispo, embalsamado en el aceite de la virtud, sudaba una suave mirra que le preservaba de la corrupción y curaba a los enfermos, para gloria de aquel que había glorificado a Jesucristo, nuestro verdadero Dios". Ese aceite que brotó de los restos del santo es conocido como el “Manna di S. Nicola” (el maná de San Nicolás).