Cada 3 de diciembre la Iglesia celebra a San Francisco Javier (1506-1552), paradigmático sacerdote jesuita y misionero español del siglo XVI. La tradición suele referirse a él como el “Gigante de la Historia de las Misiones”, debido a su ímpetu evangelizador y a la fuerza espiritual con la que condujo empresas apostólicas extremadamente difíciles. Fue él quien se propuso llevar el Evangelio a Oriente, concretamente a Asia, en la que sería una de las expediciones misioneras más ambiciosas de aquel entonces.
Francisco Javier estuvo tanto en la India como en Japón; no obstante, Dios lo llamó a su presencia antes de que pueda alcanzar las costas de China continental, el último de sus destinos apostólicos.
Un “ambicioso” estudiante universitario
San Francisco Javier nació en 1506, en el Castillo de Javier en Navarra, cerca de Pamplona (España). De familia de alcurnia, a los 18 años fue enviado a estudiar a la Universidad de París (Francia), donde tuvo como compañero al beato jesuita Pedro Favre, quien lo puso en contacto con el entonces estudiante Íñigo de Loyola, el futuro San Ignacio de Loyola.
Francisco entabló una profunda amistad con él, de manera que terminaría integrando el pequeño grupo de compañeros que luego se convertiría en el núcleo fundacional de la Compañía de Jesús, una de las Órdenes religiosas más numerosas e importantes. Finalizados sus estudios, Francisco hizo los Ejercicios Espirituales bajo la dirección de Ignacio y, más tarde, los primeros votos.