MÉXICO D.F.,
El Obispo de Querétaro, Mons. Faustino Armendáriz Jiménez, exhortó a sus compatriotas a prepararse para la Navidad en este tiempo de Adviento rezando por la paz y por las familias de México, y a mantener vigilantes y en espera del el don de Dios que se hace Niño.
En un artículo titulado "¡Detente! Primer Domingo de Adviento", el Prelado señala que el Adviento "es llegada y el que llega es Dios, nacido en Belén. Por ello lo primero que oímos en este tiempo es la llamada a la vigilancia, repetida varias veces en este primer domingo. Vigilancia es reflexión. Nos preparamos para la venida de Jesús, que vino a salvar, a luchar contra el mal, a dar su vida como prueba irrefutable del amor de Dios".
"Vale la pena recordar la costumbre de encender progresivamente las cuatro velas, un rito lleno de simbolismo. Los cuatro domingos de Adviento representan los largos siglos de esperanza de Israel y la luz del que viene en Navidad como verdadera luz del mundo. La luz y la esperanza aumentan al acercarse más la fecha hasta encenderse la luz de Cristo, por ello cantaremos con gran esperanza: ¡Ven, Señor Jesús!"
El Obispo precisa luego que el llamado a estar vigilantes "no puede leerse en clave de miedo sino de gratitud por la venida del Hijo de Dios. Pero también la Iglesia nos propone meditar en la virtud de la esperanza, porque Cristo Jesús está llegando y hay que estar preparado para este encuentro con Él".
"Jesús vienen en nuestra búsqueda y quiere llenar de sentido todo lo que somos y hacemos, por ello estar en vela significa vivir atento, pendiente, dispuesto. Significa saber esperar de manera confiada, con una actitud activa convirtiendo esa espera en una alegría anticipada ante la venida del Señor. La tentación de distraernos con otros elementos materiales de preparación está latente, sin embargo tratemos de concentrarnos en la verdadera alegría, que no pasa".
Esto, prosigue Mons. Armendáriz, "implica un proceso interior que nos lleva a adoptar una actitud receptiva y que, en muchos casos, comporta una fuerte exigencia y un cambio de nuestra conducta ante el inminente encuentro con Cristo. Él se acerca a nosotros, lo único que hemos de hacer es dejarlo entrar en nuestra casa. Ese es su deseo más hondo. Dios anhela nuestra acogida. Su presencia llena de sentido y de luz nuestra existencia".